sábado, 17 de julio de 2010

El Mundo Según Mike: "A los sueños, mejor dejarlos tranquilos"

La decepción de cumplir algunos sueños. Qué creen que sintió nuestro columnista cuando se le dio trabajar con F. Coppola.

sábado, 17 de julio de 2010
Cumplir sueños es una mierda. No hay vació más grande que el que se siente después de cumplir un sueño. Es que el sueño deja de existir cuando se convierte en realidad. Trae una fecha de vencimiento en su envase, que coincide con la fecha del cumplimiento.

Además, la realidad de ese sueño cumplido, nunca es como uno la soñó: siempre se lo sueña más lindo de lo que en realidad es. Yo creo que eso es una burla del “Barba”, que nos hizo con demasiada imaginación, y por eso, siempre nos decepcionamos con la realidad.

Las tres fórmulas de sueños más comunes son: “Tener un…”, “Conocer a…”, y “Trabajar de…”. En todos los casos se cumple la regla de que hacer realidad ese sueño lleva automáticamente a la decepción. Por ejemplo, un hombre que quiere tener un auto. Un auto importado, caro, espectacular. Y es tal su obsesión por conseguirlo que empieza a trabajar horas extras, deja de ir a lugares para no gastar, todo para tener el auto. Y cuando finalmente logra comprárselo, se da cuenta que dejó de hacer tantas cosas que ya no tiene a dónde ir.

En el caso de “Conocer a…”, creo que tengo uno de los ejemplos más claros de lo decepcionante que es conocer a una persona a la cual uno admira mucho. Uno debería mantener al ídolo en ese imaginario, porque descubrir las miserias terrenales de ese tipo nos hace perder la imagen idealizada que teníamos de él (siempre se sueña más lindo). Y eso es lo que me pasó a mí con Francis Ford, que no me deslumbró en el trabajo, mucho menos su trato personal. Y hasta le tuve que pagar el café.

“Trabajar de…” es un sueño que tampoco se debería cumplir. Uno lo imagina... Pero siempre imagina un primer día de trabajo. Una primera semana. Pero si se cumple, la primera semana pasa, y, a la larga, pasa a ser una rutina como cualquier otro trabajo. Vamos a un caso obvio de la fantasía de los hombres: fotógrafo de Playboy. Un tipo que es fotógrafo de Playboy hace 15 años debe vivir como en un estado “rivotrilesco” constante, no debe sentir nada. Y se me ocurren pocas cosas más desesperantes que estar frente a una hermosa mujer desnuda y sentir lo mismo que frente a 100 de salame.

Claro que a las fantasías sexuales tampoco hay que cumplirlas. Siempre en la imaginación es más lindo. Esa misma imaginación, claro está, “ayuda” a la realidad. Pero no hay que tratar de cumplirlas. Imagínese usted señor, si su señora tiene el sueño de estar con Batman. Y un día, para cumplirle el sueño, entra por la ventana de la pieza vestido del hombre-murciélago, con una calza dos talles menos. Debe haber pocas cosas menos estimulantes que esa imagen, pobre señora. Déjela que ella se lo imagine, es mejor.

Entonces ¿No hay que hacer nada? Sí, hay que hacer muchas cosas, y tratar de vivir esas historias que, después, cuando uno las cuenta, dice que fueron “como un sueño”. Esas son cosas no soñadas, a uno lo sorprenden, y lo ponen en un estado de ensueño fabuloso. A mí me pasó cuando canté el 25 de mayo del año pasado, yo nunca había soñado eso, pero me encantó, fue como un sueño. La realidad se transforma en un sueño. Eso es lo que hay que lograr, y no al revés. A los sueños, dejémoslos tranquilos.

Mike Amigorena

Fuente: diariolosandes.com.ar

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