domingo, 6 de junio de 2010

Si está fuera de discusión que a partir del programa que lo consagró hay vida para él después de Pells, también lo está su largo recorrido previo. "Viví tirando la piedra al río y no la embocaba... En un momento, recién llegado de Mendoza, me dije `Pará que no sos Robert Redford’. Vine y comprobé que no era tan lindo como en Maipú y que no me iban a comprar tan fácil como imaginaba. Enseguida entendí la lección de `No, no sos feo, sos simpático y hasta ahí, pero andá a la cola’. Ah, y encima en una clase me agarró Santiago Doria y me dijo: `Mirá, te tenés que sacar la tonada... hablás mal, no se entiende’. Me di cuenta de que actuar es dificilísimo cuando te lo piden y que, claramente, era uno más. Iba a castings y nada. Llegué en el `92 y recién en el `98 hice mi primera obra de teatro. Se ve que no estaba preparado. Pero, bueno, mi vida está compuesta por tumbos... no de caídas, sino de enseñanzas. Por eso, esto que me pasa es consecuencia de algo que me pasó", asegura Mike Amigorena, el actor que, antes de llegar, anduvo.

De la mano de esa voz grave y de ese aprendido decir claro, cuenta que, una vez que dejó atrás su ciudad natal -a la que vuelve seguido-, fue "modelo, cadete, telemarketer, canté en los subtes (ver La canción), tuve años de no hacer nada, tirado en la cama viendo a Mauro Viale... y esperando que me llamaran. Pasé varias decepciones por no saber, por ser tan ingenuo. En los `90 me la pasé así y ahora estoy en un camino súper constituido, que si no trabajo tanto es porque no puedo o no quiero, no porque no tenga trabajo".

En un bar de Parque Centenario, donde los mozos lo tienen como uno de los niños mimados del lugar -no como una estrella, más como un vecino bienvenido-, la charla lo muestra como un entrevistado alejado de los lugares comunes, del impacto, de la provocación. No es el `tipo raro’ que muchos insisten en moldear a su antojo: "Ya no explico más. El problema es del otro, que no sabe en qué nicho ponerme. Yo tengo que hacerme cargo, también, de que me muestro como soy y de que tengo ante el vulgo una imagen distinta.

Entiendo que esa gente se pregunte `¿Y este pibe qué quiere vender?’. Pero toda la vida fui así. Es de la misma manera en que puedo doblar una película o hacer teatro clásico. Ahora no llevo las uñas pintadas, porque me aburre verme siempre igual. Y tal vez mañana me ponga pollera porque me siento cómodo. No pretendo que todos me acepten. Imaginate que era así en Maipú, un pueblo de 20 mil habitantes y nadie me decía nada. Creo que el sentido común tiene que permitir ver el fundamento de eso que estás mirando y no entendés".

¿Vos aplicás ese razonamiento para lo que no te gusta?
Sí, claro. Mirá, yo, por ejemplo, no comparto el tango, pero sé que me está esperando. No me gusta, ni loco escucho un tango, pero ¿qué me dice el sentido común? No puedo no hincarme ante un compositor de tango. Yo acepto la creatividad y la inteligencia del otro aunque no las comprenda. La valoro sin criticarla. Y, en relación a mí, no pido que les guste, prefiero que me ignoren, que no me consuman.

Protagonista de La noche antes de los bosques -la obra en la que despliega su talento, en la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza-, entiende que después de Los exitosos Pells -la tira que iba por Telefe- "ya no se habla tanto de mí. Ya no estoy en las tapas de revistas, con Carla (Peterson) salimos de la mano y ya nadie nos da pelota. Esa caída en los comentarios del afuera es algo que hay que saber manejar en esta profesión. A mí, por suerte, no me desespera ni un poco".

El chico que de chico jugaba a ser Lee Majors -"Me había diseñado un carnet con su foto y decía que yo era el hombre nuclear-, que "imitaba a Los Beatles, a Phill Collins, a mi tía o a mi madre", a los 16 años, ya descartado su futuro en la medicina, empezó "a actuar en un bar que se cerraba al público y con un amigo hacíamos un espectáculo para el personal. Imitaba a B-52, al Topo Gigio... Digamos que hacía lo mismo que ahora, sólo que ahora lo hago más consciente.

¿Sabés? Todo lo que quise lo tengo. Eso sí, estoy un poquito más vago. Además, yo ya estoy hecho. Siempre quise actuar y lo logré. Siempre quise cantar y tengo Ambulancia (su banda de música). No es conformismo... Hay un agradecimiento por algo obtenido que en algún momento fue un sueño. No es que me vaya a quedar quieto, pero siento que con los sueños cumplidos ya tengo bastante.

¿Te digo la verdad? A los 50 no quiero trabajar más".

¿A cuánto estás? A ver... A 12. Uy, queda poco.
Pero andá a saber qué me depara la vida. Encima no me gusta planificar demasiado.

Hace 12 años, precisamente, debutó en Despertar de primavera, actuó en La cajita social show, en Tiempofinal, Ricos y famosos, Una familia especial y fue doble de cuerpo en Pells, como él llama al programa al que llegó después de un camino mucho más largo que la ruta Maipú-Buenos Aires.





Fuente: Clarín.com

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