domingo, 6 de junio de 2010

Nueva columna para diario Los Andes: "Ya no hay pósters"

Nuestro columnista estrella les propone a los teens una consigna: "Más pósters y menos videítos filmados con celular".

sábado, 05 de junio de 2010
¿Por qué ya no hay pósters? Probablemente haya cosas pegadas en las paredes de las habitaciones de los adolescentes pero, pósters, lo que se dice pósters, no hay. Me animo a arriesgar que la primera razón de la ausencia de estos elementos “paredísticos” es que ya nada dura.

Me acuerdo que antes las cosas duraban: yo me compré un trompo (Casa Papagni en Maipú) que todavía debe estar ahí. Todo duraba mucho, como los pósters o, mejor dicho, las personas o los personajes que estaban en los pósters. Hoy día qué van a poner los pibes ¿Un pósters de los “Teen Angels”? Si el año que viene cuando pidan aumento de sueldo, Cris Morena seguro que los cambia por otros cuatro pibes.

Me acuerdo que yo era famoso porque pegaba en las paredes de mi cuarto afiches de películas… Me costaba un montón conseguirlos, y despegarlos de donde estaban con el mayor cuidado para que no se rompan. Ahora, con la velocidad que tienen los acontecimientos, para cuando conseguiste el afiche, lo despegaste y lo pegaste en la pared, ya salió la secuela… O peor, la “remake”. Otro de los motivos que para mí son fundamentales en la desaparición de los pósters es la tecnología.

Primero, la impresora: todos tienen la posibilidad de imprimir lo que se les da la gana. Segundo, que la misma tecnología hizo que haya más medios, entonces, más espacio para llenar. ¿Y qué pasa con esto? Que más gente tiene la posibilidad de estar ahí. Muchísima gente puede estar ahí. Entonces, para qué voy a pegar pósters si yo mismo puedo estar en uno. Un personaje, un par de programas, una pelea, un escándalo, un Gran Hermano, y ya está… ya sos famoso… Cualquiera puede serlo, por lo tanto, esos tipos que aparecen ahí pegados no tienen nada en especial.

Y esto de la excesiva difusión provoca también la tercera de las razones de las ausencia de pósters: el exceso de información. No queremos saber tanto. Si te enterás de las miserias de tus ídolos dejan de tener ese halo de inmortalidad. Se manchan cuando comen, se escarban el oído, se meten los dedos en la nariz, eructan… un asco como todos nosotros. A esto se le suma el morbo: la necesidad de saber que esas personas también tienen problemas. Entonces, si yo me voy al médico a revisarme el apéndice y me engancha un fotógrafo, en seguida lo publican en alguna revista bajo el título: “El mal momento de Mike Amigorena”, o alguna revista que se quiera hacer la graciosa pueden llegar a poner “aPELLSdicitis aguda”.

Se sabe todo de todos. Hasta cosas buenas, pero que deshacen una imagen. Yo quiero tener el pósters de un rockero que pisa pollitos, no de uno que ayuda a cruzar la calle a las ancianas. Es todo tan rápido, es tan fácil llegar y se sabe tanto de las personas públicas que se pierde el misterio.

Antes, David Bowie era un trasgresor, por eso era digno de un póster. Ahora, qué mierda, hasta yo me pinto las uñas. Iron Maiden era una banda de “Heavy Metal” que hacía pósters con calaveras. Pero pasó el tiempo, y si ponés la tele a la madrugada los ves a Barilari (el cantante de Rata Blanca) hablando de cómo se injertó pelo por pelo en su calva ¡O lo vez a Ozzy Osbourne haciendo un reality show junto a su familia!

Por eso fundé el movimiento Más Pósters Y Menos Videitos Filmados Con Celular, para volver a tener ídolos de los cuáles uno no sabe mucho más que lo fantásticos que son haciendo lo que hacen. Pero fue un rotundo fracaso, primero por la sigla MPYMVFCC, un poco complicada, y segundo porque yo soy el líder, y como bien dije en columnas anteriores, soy vago, así que no hago nada por el movimiento… es más, por ahora soy yo sólo. Pero bueno, ya lo dijo mi vieja: “Mikelin: si no comés toda la comida… no hay póster”. Mike Amigorena

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