sábado, 12 de junio de 2010

Nueva columna para diario Los Andes: "Generoso por conveniencia"

Nuestro columnista Mike Amigorena analiza a los egoístas. "La generosidad puede ser síntoma de inteligencia".

Generoso por conveniencia

sábado, 12 de junio de 2010

“Sabés lo que tenés que hacer…”, esa frase tan argentina enciende en mí todas las alarmas. Es que lo más probable es que tenga enfrente a un egoísta.


Es que el egoísta, por su propia condición es incapaz de brindar, ofrecer un consejo. Es mucho más fácil dictar una orden o una sentencia. “Sabés lo que pasa, es que vos no entendés cómo es”, “Vos tenés que hacer esto que te digo”, “Esto es así”… Este tipo de egoísta sería incapaz de anteponer a sus frases los prefijos “yo-creo-que” o “para-mí-que”.

Estos tipos carecen de sentido común. Y ojo que no me refiero a ese “sentido común” que te anda gritando “esto está mal” o “vo’ no tene’ do’ dedo’ de frente”. Me refiero a un sentido común más -valga la redundancia- común, que tenga que ver con lo que compartimos y no con las decisiones individuales de cada uno que no afecten a terceros.

Por eso es que creo que el egoísta se queda afuera del sentido común, porque lo que él quiere controlar y regular la vida de los demás, no ponerse de acuerdo en un “sentido común”. Pero creo que el egoísta es tan necio, que no se da cuenta que su accionar va en contra de sí. Está tan encerrado en su egoísmo que no nota lo contraproducente que es su egoísmo para sus propios intereses egoístas.

Para explicar un poco mejor esto voy a pasar a la parábola del parrillero. Uno se banca no ser el parrillero. Incluso hay muchos a los que no les interesa ser el parrillero. Uno se banca, incluso, no ver qué se pone en la parrilla y cómo es el asado… Pero a la hora de repartir, dame una costilla jugosa, porque, si no me das una costilla jugosa, empiezo a desconfiar y a darme cuenta de que vos, el parrillero, sos un egoísta, que saca primero la falda y se guarda las costillitas y las mollejas para vos sólo. ¿Se entendió? Al egoísta le preguntaba si se había entendido. Si se entendió que la generosidad puede ser incluso, si se la piensa egoístamente, una estrategia, una forma de defensa, en fin, un síntoma de inteligencia. Yo creo que si los egoístas se convencieran de esto viviríamos mucho mejor.

“El mal ya está hecho”, decía mi tía Ñata cuando yo me mandaba algún moco y después le pedía disculpas. Bueno, en este caso, si un egoísta fuera generoso, aunque más no sea por una cuestión de estrategia, la frase sería: “El bien ya está hecho”. Y en una de esas, en el trayecto, el egoísta descubre que hay otras personas además de él, y se copa con eso de que lo demás no te odien, y le toma el gustito… Y no te digo que se vuelve Juan Carr el de Red Solidaria, pero por ahí mejora como tipo. Y hasta puede llegar a descubrir que le puede llegar a ir bien no desconfiando todo el tiempo de los demás, sino dándole una mano. No mucho más que eso, me parece lo mínimo para convivir.

Además es más cómodo, el que es vago me va a saber entender, ser generoso es menos trabajoso que ser egoísta (ver columna 2). Ahora, si les gustó de esta columna, compártanla, no sean egoístas… Me han llegado muchas denuncias de que hay gente que para no compartir la columna con sus compañeros de trabajo, la chupa apenas la abre (como si fuese un “torpedo” de tutti fruti), así el otro no la quiere agarrar… ¡Compórtense! Mike Amigorena

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