domingo, 18 de abril de 2010

Primara columna para Los Andes: La fama es puro contexto

domingo, 18 de abril de 2010
“Y que la gola se va, y la fama es puro cuento", dice el tango “Vieja Viola”. Claro que “la fama es puro cuento” pero ¿quién lo cuenta?

¿Qué hace que el cuento de la fama exista? Más ahora cuando la fama pasó a ser la primera opción de carrera universitaria entre los niños y adolescentes. “¿Vos qué querés ser cuando seas grande?”, la respuesta a esa pregunta suele ser: “Famoso”.

“El famoso” es lo que “la gente común” quiere ser, aquello inalcanzable, donde todo son fiestas espectaculares, champagne y diversión desconocida para el resto de los mortales. Ahora, si “el famoso” es alguien que hace lo mismo que él, al "común" ya no le dan tantas ganas de ser eso y “el cuento” de “la fama” se esfuma.

Hace algunos días, viví este fenómeno en carne propia. En la misma semana viajé varias veces en subte y participé de un desfile de Verónica de la Canal, al que asistí con mi madre (ella realmente está muy contenta con mi "fama", no porque le interese que yo sea “famoso”, sino porque está influida involuntariamente por este concepto).

Es inevitable que, para algunos de los vecinos de Maipú -donde yo nací y mi mamá vive- "la fama" hiciera que yo dejara de ser el hijo vago de Elsa, para ser un actor respetable que sale en televisión y le hacen notas en los diarios. Si hasta Rial habla de él, debe ser bueno. Eso, por más que no quiera, influye a mamá... Vieron cómo es, uno no cree en los malos comentarios, (pero que se escuchan, se escuchan).

Paréntesis aparte, lo que descubrí (o más bien, confirmé) es que "la fama" es simplemente una cuestión de contexto. Cuando estaba viajando en subte apenas noté que alguno me miraba, incluso pude vislumbrar alguna mueca de decepción o sorna. "Un famoso" estaba viajando con ellos, en un lugar donde no había supermodelos y bebidas importadas.

Eso no tiene nada de especial, ya no quiero ser "famoso", o, por lo menos, no quiero ser "ese famoso", porque ser "ese famoso" significaría estar haciendo lo que estoy haciendo yo ahora, viajar en un transporte público, una cagada.

"Algo debe haber hecho mal o no sería tan famoso", dijo Stevenson, un escritor británico a quien confieso no haber leído, pero que es autor de una frase que viene al caso (además, siempre queda bien citar a un escritor, más si es europeo).

En el otro polo, estuvo la salida del desfile de Verónica de la Canal, en un importante hotel de Buenos Aires. Periodistas que se agolpaban, cámaras, histeria, gritos. No había dudas de que "un famoso" estaba saliendo. Los particulares se sumaban a la ola.

"Mike para el programa de...", "¿Van a tener un hijo...?", "Cuándo llegó tu mamá", "¿Vas a hacer tele?", "¡Mike ídolo!", "Dejá de robar, ladrón" (la fama es así, genera adhesiones y rechazos). Finalmente, después de rogar para que no aplastaran a mi madre, logré salir de eso. Todo, porque ése sí era un lugar de "famoso", con todo el glamour que eso implica (y esto no es una valoración, es una simple descripción).

Es como Batman y Robin. Si la gente los viera por la calle dejarían de ser superhéroes. Eso es lo que tenía de genial el sketch de Casero y Mex en “Cha Cha Cha”; Batman y Robin puestos a fiar el pan dejaban de ser algo extraordinario y pasaban a ser objeto de los reclamos del panadero por la deuda acumulada.

“¿A quién se lo anoto? ¿A Batman o a Bruno Díaz?”, preguntaba el panadero. A lo que Casero, vestido de Batman, contestaba: “¿Y vos a quién ves?”.

Se puede ver a Batman o a Bruno Díaz, a un "famoso" o a un "mortal", todo depende si está viajando en el transporte público o en el programa de Rial.

El sábado en www.estilo.losandes.com.ar una nueva entrega de “El mundo según Mike”.
Por Mike Amigorena -










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ambulancia