sábado, 28 de agosto de 2010

Un unipersonal que interroga las certezas de la humanidad

Un escenario despojado, un texto ríspido y un intérprete comprometido con su trabajo son la base para “La noche antes de los bosques”, la pieza con la que se presentó Mike Amigorena en el teatro El Círculo.

La pieza del francés Bernard-Marie Koltés es el monólogo de un hombre que guía al espectador por un mundo que le resulta hostil. Extraviado en una noche, que puede ser metafórica o real, tiene objetivos tan básicos como establecer una mínima comunicación y encontrarle sentido a su vida.

Las respuestas a sus interrogantes les resultan esquivas aunque intenta hallarlas con obstinación. En el devenir de su caótico recorrido por esa suerte de noche primordial, que es como un camino hacia ninguna parte o en el mejor de los casos a lo que él presiente como una suerte de desdicha original inmanente al ser humano, se suceden los reclamos y la interpelación a seres que son objetos de amor y deseo.

Memoria fragmentada. El autor indaga en los tópicos de la angustia a través de este personaje que se siente abandonado y excluido, con una ilación fragmentada. Entre esos fragmentos se filtran jirones de una memoria surcada por el dolor y por una soledad que se presume irrevocable, la pérdida de algún tipo de inocencia irrecuperable y, finalmente, la frustración ante lo que, en principio, parece no tener solución.

Un planteo de esa magnitud requería de un intérprete que sostuviera durante una hora con su cuerpo y su gestualidad esa cadena de conflictos largamente enunciados por el personaje y discutidos consigo mismo.

Amigorena recurre a una serie de recursos físicos eficaces y muy bien resueltos a lo largo de la pieza cuya precisión fue contenida por la directora Alejandra Ciurlanti, en un trabajo por el cual el ex protagonista de “Los exitosos Pells” obtuvo un premio de la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE).

La puesta en escena cuenta con una escenografía austera, ingeniosa y funcional, con una acertada, poética y asfixiante malla transparente rodeando al intérprete. Sobre la tela se proyectan palabras y figuras que acompañan los textos, la danza y el canto de Mike Amigorena.

Interpelación. El conjunto contribuye a darle forma a esta obra que interpela los presupuestos de un mundo basado en los códigos de “Occidente”, según lo plantea Koltés, a los cuales la puesta en escena traduce como una especie de prisión.

Esa apelación del personaje al funcionamiento social de esta parte del mundo en la que le tocó vivir es la fuente de sus reclamos y deseos y en definitiva lo que le hace desear tener “todo el cielo” para él y, finalmente, soñar con poder tirarse “a la sombra de un árbol”.

Compañía

La puesta en escena de Alejandra Ciurlanti apeló al recurso de ubicar a parte de los espectadores sobre el escenario, rodeando la especie de prisión de forma que las personas allí ubicadas fueron parte de ese mundo al cual interpela el personaje de Mike Amigorena. Ese decisión sumó potencia a una obra con múltiples lecturas.

Fuente: http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2010/08/24/noticia_0030.html



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