domingo, 4 de julio de 2010

Nueva columna para diario Los Andes: "Ocultame que me gusta"

Nuestro columnista advierte que hay algo peor que mentir: ocultar la verdad. Ejemplos maravillosos.

sábado, 03 de julio de 2010
La mentira tiene mala prensa. Todo el mundo habla mal de la mentira y yo creo que no es tan mala. Hay cosas mucho peores. Como el ocultamiento, sin ir más lejos, que si bien es otra forma de engaño, es mucho más dañino y peligroso.

La mentira es, por definición, decir lo contrario a la verdad. Es muy evidente. En cambio el ocultamiento es más jodido, porque tiene algo de verdad. Algo que te va haciendo entrar de a poco, enredarte en el engaño. “La mentira tiene patas cortas”, dice el refrán. Y eso es lo que hace que la mentira sea casi inofensiva: uno ve una cosa con patas cortas y sabe que es una mentira. En cambio uno no sabe si el ocultamiento tiene patas largas, macetonas, rechonchas, estilizadas, o chuecas. La mentira es como un cachetazo, en cambio el ocultamiento es como una lenta tortura.

La mentira es la explosión de un calefón que nos deja pelados; el ocultamiento, la depilación pelo por pelo con pincita. Por ejemplo, si a mi me llama un productor y me dice que voy a hacer una película basada en Hamlet de Shakespeare, y, para filmar la primera escena, me llevan a una playa con chicas en bikini, me doy cuenta en seguida de que me mintieron. Es fácil zafar de eso.

En cambio, si ese productor me dice que voy a hacer una película con mucha categoría, tipo “Cocktail” con Tom Cruise, y me llevan a una playa con chicas en bikini, no sospecho nada. Recién cuando veo a un Gino Renni comiendo el catering, a un Paolo el rockero jugando al solitario o a una Pato Sarán malhumorada, me puedo dar cuenta de que en realidad estoy haciendo “Los Bañeros más locos del mundo 8”. Y ya hice varias escenas…

Otro ejemplo es cuando te arreglan una cita a ciegas. Si te dicen que la chica es “divina”, y te encontrás con una mina fea, tonta, con la voz del Coco Basile y que se mete los dedos en la nariz, sabés que te mintieron. Podés buscar una evasiva para irte rápido: decir que vas al baño y escaparte, hacerte llamar por un amigo con una supuesta urgencia médica, lo que sea. Pero te da tiempo a pensarlo. Pero si te dicen que la chica es “divina”, y te encontrás con una chica de buen aspecto y que habla bien, te quedás. Pensás que puede pasar algo bueno. De repente, ves que agarra los sobrecitos de azúcar y se los mete en el bolsillo. Pero uno no le presta atención, porque le dijeron que era “divina”, y parece “divina”, entonces debe haber visto mal. Y cuando se están yendo del bar, ves que la mina se agarra la propina que le dejaste al mozo. Pasás la noche con ella, al otro día estás en bancarrota, y te enterás que era el financista Mac Gregorcic que se operó en Chile, se hizo mujer, se puso bonita y te estafó. Y todo porque ocultó. Ocultó bien.

El ocultamiento es la letra chica de los contratos (está ahí, lo dice, chiquito, oculto, pero lo dice, y eso hace que no te puedas quejar). Es la locución rápida de los legales en radio (promociónválidahastaayer-notevamosadarnada-ysipodemostecagamos). Todas las transacciones financieras, los servicios al cliente están regidos por el ocultamiento, toda dádiva esta compuesta por dos partes: lo otorgado y el fin con que se hizo, pues ahí esta el ocultamiento. Nos movemos a través de él. Por eso, si me llegan a cruzar, miéntanme. Miéntanme mucho, y no me oculten nada, porque si no, no voy a poder ocultar mi decepción.
Mike Amigorena

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