domingo, 18 de abril de 2010

“No voy al teatro ni al cine porque me aburren

“No voy al teatro ni al cine porque me aburren”

Después de un 2009 tan exitoso como agitado, Mike Amigorena retorna al teatro con el unipersonal La noche antes de los bosques. “Es momento de limpiarse de popularidad”, asegura.

Por Daniel Gaguine

Llegamos a la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza para hacer la nota con Mike Amigorena, al término de su ensayo de la obra que estrenará el próximo sábado 23. Nos piden que esperemos un rato porque el hombre se quiere duchar. Luego, bajamos hasta los camarines y allí nos está esperando, a punto de comer un tostado de jamón y queso, el actor más popular y enigmático de 2009.

–Mike, ¿cómo es para vos esta vuelta al teatro?
–La tomo con mucho entusiasmo. La verdad, estoy muy contento. Sobre todo porque hace tres años que no hago teatro. Volver con La noche antes de los bosques, un unipersonal, de la mano de Bernard Koltès, es un premio. Es un gran desafío para mí.

–¿Cómo fue que se dio esta posibilidad?
–Me llamó Alejandra Ciurlanti, la directora, cuando yo estaba haciendo Los Pells, pero como estaba muy atareado en medio de esa revolución, no le di mucho lugar a la obra. No tenía la cabeza para volcar toda la atención que se merecía. Eso fue a mitad del año pasado, y le dije que una vez que me tomara las vacaciones, nos íbamos a dedicar de lleno a esto.

–¿Cambió mucho en vos la forma en que encaraste esta obra respecto a lo que fue en su momento El niño argentino?
–Es otra cosa, otro lenguaje. Es un texto poético. Ahora estoy solo en el escenario. Además, el sistema de ensayo es distinto. No fue como en El niño argentino, obra en la que Mauricio Kartun, el director, se sentaba y nos veía. Allí no hacíamos pasadas. Estudiábamos la letra para después volcarla en el espacio. Tardamos mucho con eso. Nunca me costó tanto estudiar una letra como ésa, por lo complejo del texto. De manera que no había ensayo y error, prueba y error. Se estudiaba la letra para después volcarla en el escenario libremente. Ése era un estilo y un proceso nuevo para mí.

–¿Con qué se va a encontrar el público ahora?
–Se va a encontrar con una obra sanadora, con un momento de reflexión. Es una obra que habla de una persona sola, que busca a alguien por poco tiempo para hablar, para tener contacto. A través de ese diálogo, se explaya y pasa por todos los estados.

–Hay una construcción de otro…
–… que no está. Mejor dicho, que es tácito. El otro sos vos.

–¿Cómo ves hoy todo lo que te pasó el año pasado a nivel popularidad, teniendo en cuenta lo que significó y midió Los exitosos Pells en la televisión?
–Como una consecuencia. Lo disfruté, pero ahora es momento de guardarse, de limpiarse.

–¿Te sobrepasó esto en algún momento?
–No, de sobrepasarme, no. Sí hubo un momento en que… sentí que el agua llegó a la costa.

–Muchos tuvimos la posibilidad de verte en El niño argentino y en Ambulancia. ¿Hay un público que te conoce desde antes de Los exitosos Pells y otro que lo hizo a partir de ese programa?
–No es mucha la gente que desconoce lo anterior en mi carrera, porque mi camino ha sido tan lento, tan paulatino… En todas las etapas que fui cumpliendo me quedé para que se disfrutara del trabajo que estaba haciendo en ese momento y, a la vez, para que éste se difundiera. De a poquito, uno, dos, tres, cuatro. Claro que hay gente que no me conocía y me conoció a través de Los Pells. Pero es mucha más la gente que dice: “Uh, a este pibe lo tengo del subte”, “a este pibe lo conozco de tal lado”. Es poca la gente que dice: “¿Y éste de dónde salió?”.

–¿Te pasó eso último?
–No, y en el caso que me encontrara con alguien que no me conoce, está todo bien... Sí, ahora que me preguntás, me pasó. Hubo gente que me dijo: “Disculpame, pero no miro televisión”. O gente que no suele ir al teatro.

–¿Vos sos de ir al teatro?
–No, no suelo ir al teatro. No me gusta. Iré a cinco obras por año. Voy a ver a amigos pero no me gusta. No me entretiene. Sí, ya sé, es curioso. Tampoco suelo ir al cine. Soy más hogareño, más despojado. Me gusta no tener que estar tan concentrado. Cuando termino de trabajar, me veo una peliculita, pero tampoco es lo que más me gusta.

–Recuerdo que hace un tiempo hablaste sobre el tema de la inseguridad. Dijiste que había que cortarle un dedo (NdR: Amigorena había declarado: “Me parece que matar al que mata no es lo más acertado. Ahora, que el que mate pierda un miembro, no estaría mal. Si roba, le sacan un dedo. Si vuelve a robar, le sacan otro”)...
–Sí.

–¿Cómo tomaste todo el revuelo que se armó con eso de “los famosos contra la inseguridad”?
–No lo dije como “famoso” sino como ciudadano. La inseguridad me parece una calamidad. Es un boicot para uno mismo, para la especie. No hay culpables. Hay un sistema que lo vamos formando nosotros y que desemboca en la inseguridad. Aquella vez hablé como ciudadano y no como artista o algo así. A mí me aterra la inseguridad. Si no fuera conocido también estaría asustado.

–Igualmente, ¿lo de cortar el dedo lo seguís manteniendo?
–No, fue una metáfora. Y no estoy con la pena de muerte. No. Nunca dije eso. Me agarraron justo en un momento en que mataron a tres personas en la semana por un par de zapatillas, pero ahora está más suavizado. Le tengo terror a la violencia.

–Si te pregunto sobre lo que pasó con Tetro, la película que filmaste con Francis Ford Coppola…
–Bien. Bien. ¡Es viejo, eh! Hace dos años que pasó todo. Todos los periodistas preguntan al respecto. Sería bueno que no pregunten más porque no tengo nada nuevo para decir. Pasó hace tanto tiempo… No podría decir nada que te llame la atención o que sea interesante para el lector.

–¿Cómo te llevás con los medios?
–Bien, nunca me llevé mal.

–Alguna vez te sacaron alguna foto que no te cayó bien…
–Sí, pero no es muy importante para mí. Los medios son un ente comunicador. Así es el negocio. Me sacan una foto y después dicen que estoy embarazado. Hay que ser discreto. La verdad, no me importa. No me hago mucho problema. Que si uso pollera… Directamente no lo leo. Lo mismo con las críticas. Los medios han sido bastante benévolos y eso lo respeto, lo agradezco. Nunca me dieron con un caño. Yo pongo lo mejor de mí, así que no tengo nada para decir. Las revistas del amor, la prensa del amor, es un negocio.

–¿Vas a hacer televisión este año?
–No. No tengo propuestas. Voy a hacer cine y seguiré con Ambulancia para la segunda mitad del año.

–¿Qué vas a hacer en cine?
–Vamos a hacer El niño argentino y Miss Tacuarembó, para marzo, con Natalia Oreiro, película que va a ser dirigida por Martín Sastre, un director uruguayo. Ésa será su ópera prima. El niño argentino será para junio, con dirección de Luis Puenzo. Va a estar Osqui Guzmán. ¡No se puede hacer la película del Niño sin el Negro! El elenco se verá… pero todavía está en pañales. A lo mejor va a estar María Inés Sancerni, que fue la vaca en la obra. ¡Divina, ella! Del elenco de la puesta teatral vamos a estar los tres. No sé si haciendo esos mismos personajes.

–Te hago una pregunta con la que suelo terminar los reportajes: si por la puerta de este camarín entrase el Mike Amigorena niño, ¿qué le dirías?
–Golpeá antes de entrar, pendejo de mierda (se ríe).

–¿Tenés algún consejo, alguna recomendación para darle?
–No. Me daría un gusto muy grande. Lo abrazaría. No tengo nada de qué quejarme, de qué arrepentirme. Al Mike Amigorena niño le diría que espere, que no se apure. En esa época, yo era más inconsciente y pensaba que todo pasaba más rápido; en realidad, no deja de pasar rápido pero todo lleva un trabajo y un tiempo.

–Sos autodidacta.
–Sí.

–¿Creés en los maestros de teatro?
–Claro, por supuesto. El profesor de teatro es como un psicólogo; es como no creer en la psicología. Es la persona que te ayuda a descubrir.








Fuente: noticias urbanas

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